A propósito de los tres jóvenes cubanos que fueron fusilados por tratar de escapar del campo nazi en la Lanchita de Regla. " ... detrás del muro han sembrado girasoles
que crecen en altura y cantidad.
éstos se asoman sobre el paredón
como jirafas de zoológico
por encima de sus jaulas."
Preguntarle a cualquier joven cubano por su futuro, por su destino si se quiere ser más impertinente, equivale a preguntar por una dirección en la ciudad equivocada.Seguramente habrá oído hablar de él en otro tiempo, en otro lugar, en otra dimensión, pero no allí en Cuba, entre los jóvenes.
Ser joven en Cuba es querer estar en otro lugar, lejos.
La capital, las ciudades de provincia , los pueblos, resultan demasiado llenos de cosas sin sentido, demasiado vacíos de expectativas, donde el pasado se pierde fácilmente de vista y el futuro nunca llega.
No hay posibilidad alguna de fundación cuando un país se encuentra al final de su historia.
Ser joven inclina a la búsqueda de un espacio que ninguna generación anterior haya echado a perder, un espacio preferentemente desconocido para esas generacioness. Un lugar que no puedan tergiversar con sus recomendaciones, que de nada sirvieron, más que para inmovilizar el país.
La tierra más hermosa, la que descubrió Cristóbal Colón en 1492, no tiene alternativas. Los jóvenes se hartan de las provincias y se mudan a La Habana. Se hartan de La Habana y desean estar fuera.
Toda la biología cubana se ha vuelto política: los cambios y ambiciones normales de los jóvenes, que no encuentran guarida dentro de aquella perenne espera de cambio y mejoramiento nacional, se vuelven apatía política, indiferencia ante el entorno, criticada por quienes no supieron tampoco qué hacer para dejar mejor herencia a los hijos.
Ellos quieren escapar, no buscan culpas ni culpables , no indagan en soluciones cercanas, no creen que existan. Mas el gobierno cubano ha sabido utilizar muchas veces en su provecho este deseo de escapar de la juventud; la participación en contiendas militares de otros países bajo el ropaje de internacionalismo proletario, el servicio militar obligatorio, las escuelas en el campo, las movilizaciones, todas estas argucias explotan la aventura de huir de casa de los padres.
El joven que fabrica una balsa y sale furtivamente del país, el que espera tener suerte en la lotería migratoria del gobierno norteamericano, el que se prostituye para encontrar a un extranjero que lo ayude a salir, todos aspiran en verdad a la escaramuza juvenil de viajar lejos, de no repetir la historia de la generación perdida de sus padres, quienes estudiaron siempre, se esforzaron siempre, callaron todo el tiempo, y cuando ya rozaron los treinta se encontraron con las manos vacías dentro de sus envejecidas casas . Quienes escaparon hacia el extranjero, ahora pretenden recomenzar hartos del chantaje político y de la estafa de que fueron objeto sus vidas.
Para quien vive dentro de un presente detenido, la mejor de las opciones es aquella que llena la vida de actividad, es vivir el instante con alegría de vivir y horror al vacío. El joven no ha aprendido a disimular su aburrimiento.
Un experimento social como la Revolución de 1959 que durante años ha procurado burlar las más indispensables leyes económicas, cuya base debería ser siempre la libertad individual productora de riquezas y ha llevado al país a un estado de pobreza impropio de sus fértiles tierras y de su inmejorable clima, genera obligatoriamente una juventud ávida de bienestar material y perspectivas de mejoramiento individual, una juventud que quiere conocer el entorno ultramoderno más allá de sus fronteras, una juventud que quiere ser como la del resto del mundo , saltar los muros e integrarse a la normalidad donde la pobreza o la riqueza sean el fruto de su esfuerzo propio y no el resultado de descabelladas direcciones políticas.
Tener veinte años en Cuba es pensar constantemente en dinero y un país donde los sueldos se pagan en moneda nacional y la vida sólo puede vivirse en moneda extranjera, ¿qué está recomendando sino la fuga?
La educación política de los maestros puede tratar de cambiar sus ideas, pero los maestros no aluden a la realidad. Aspirar, pretender son absurdos para los jóvenes en Cuba. Verbos imposibles en un tiempo que no transcurre.Si acaso para lo que los prepara bien el maestro, es para vivir fuera, para vivir lejos. La ecuación matemática se reduce para el muchacho a carencias por una parte, y dinero y belleza por la otra.
En la isla de Fidel Castro, a los veinte años, se descubre también otra cosa: la incapacidad de manejar la propia vida, de tratar de igualar los dos términos de esa ecuación matemática.Se descubre la falta de lo que incluso mucho antes de los veinte, se consideraba libertad.
Muy buen artículo, esa foto de la ida de nuestro país es esclarecedora de lo q hacemos para salir de ese infierno, ya no soy joven pero si me encontrara en las mismas circunstancias en las q vivía, volvería a irme, no tengo dudas, felicitaciones por tan buen blog, un saludo.
ResponderEliminarGracias por dejarnos tu opinion. Este comentario lo escribi a raiz del fusilamiento de los tres jovenes negros fusilados por querer escapar de la isla en la Lanchita de Regla. Cuantos muchachos dejaron los huesos en el mar, en guerras comunistas, o se casaron con extranjeros solo para huir de la esclavitud. No todos soportan ser esclavos toda la vida... Gracias una vez mas y regresa pronto
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