Aimée Cabrera.
Entre el 28 y el 29 de enero se celebrará en la Habana, la II Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC). Los noticiarios se hacen eco del cónclave y en la capital se hacen mantenimientos a toda prisa como asfaltar calles y pintar fachadas, de edificios cercanos a las áreas de hospedaje o de recorridos, de las delegaciones de las 33 naciones miembros de la Comunidad, así como de otros invitados.
Quedan excluidos Canadá y los Estados Unidos de América, como si no formaran parte del continente, cuestión que promueve tiranteces y crea diferencias, para muchos convenientes, por las que el Nuevo Mundo no ha podido lograr la integralidad que lo fortalecería, en todas las esferas, a nivel internacional.
La CELAC tiene dentro de su “alta esfera” al ala izquierdista que apoya al Gobierno de Cuba de manera incondicional, resaltando como este, con su hacer en la región ha ayudado tanto en la integración de todos sus miembros, lo que ha facilitado que las relaciones económico-comerciales, entre otras sean positivas.
Si de súbito se le pregunta a un cubano de a pie: qué es la CELAC, no saben responder. Acostumbrados a escuchar un sin fin de siglas impronunciables que en nada les ayudan a mejorar su condición humana, ni tan siquiera con el nuevo modelo económico, solo atinan a decir que es una reunión y que viene mucha gente; o como dijera un alcohólico acostado bajo la sombra de un árbol en el parque de Infanta y San Lázaro “¡Eso es muy grande (refiriéndose al evento) mira que pintarlo todo y tan rápido…!
No es menos cierto que la Calle Infanta luce la mayoría de las fachadas pintadas, desde la Rampa hasta la Calle Concordia, y que no han quedado despintadas esta vez, los tramos de otras calles que las atraviesan, o que unos cuantos baches que parecían lagunas cuando llovía fuerte hayan sido tapados con el asfalto; pero para ello es necesario quitar el fluido eléctrico.
“¡Qué ganas tengo que se acabe la CELAC esa. Todos los días quitan la luz entre las siete y las ocho de la mañana y no la vuelven a poner hasta las 6 (pm). No se ve nada en la casa, los muchachos que se van para la escuela, hay que revisar todo bien antes de salir: total, todo sigue igual… o peor! ”, destaca una trabajadora capitalina mientras espera el ómnibus que no llega, ese que no tendrán que tomar los distinguidos visitantes.
La II Cumbre tendrá como tema principal la lucha contra la pobreza, el hambre y las desigualdades. Para los anfitriones es bien fácil, dar a conocer la cara de la ciudad que les conviene, porque las visitas dirigidas no contemplarán a los barrios marginales ni a los otros más céntricos donde se notan las diferencias de clases entre vecinos de una misma área, donde se ven los cimientos de una casa que por dentro se desplomó y al lado está otra nueva, con un bello y cuidado jardín.
No se puede comparar a Cuba con esas áreas donde las personas mueren de hambre pero los participantes a la CELAC debieran saber un poco más de la pésima distribución de alimentos por ciudadano, la obligación a usar una doble moneda, y que los pagos sean con la devaluada, el pesimismo y la falta de ánimo que caracteriza al cubano medio, ansioso por poder emigrar al país que sea, eso no lo podrán saber de primera mano porque sus visitas programadas y el séquito de cuidadores no permitirán que se les acerque nadie.
Se impone que los pocos cubanos que tienen acceso a Internet puedan entrar en el sitio creado para esta Cumbre y puedan hacer sus comentarios y opinar sobre hechos nacionales que no estarán contemplados en la segunda reunión latinoamericana y caribeña.