“La vida es un asalto. Y se puede dormir; pero sobre la trinchera.” José Martí
El pasado 7 de Febrero murió en Murcia, España, Julio Feliciano Martínez García (Julio San Francisco). Julito (para los amigos) se marchó de este triste mundo a los 61 años de edad recién cumplidos el pasado 24 de Enero, cuatro días antes del natalicio de José Martí... y ya muchos se han hecho eco de la noticia. Algunos tratan de empañar su memoria con detalles desleales, como la divulgación de motivos y causas de su muerte que a nadie le competen, más que a su familia y amigos cercanos.La morbosidad no es necesaria.
No estoy diciendo que sea falsa o no la razón que le llevó a la muerte, que la tristeza no es deshonra ni sorpresa para quien camina el destierro y lleva en su alma el luto de la tierra esclava y el calvario del impune crimen cotidiano como rayo y escarnio; rayo maldito noticioso de la isla que para algunos resulta fulminante. Hay detalles que son demasiado dolorosos y crueles para decirlos.
Julito no era una estrella de Hollywood. Era un patriota, un cubano que se entregó en cuerpo y alma al periodismo, a la lucha por la sociedad civil de nuestra Patria, a la denuncia de ese holocausto sin fin donde nuestra familia perece y se anonada... No nos hace falta recrear su muerte como la de Whitney Houston, por ejemplo. Sería mejor celebrar su vida y lo que para Cuba y su historia, representará su nombre, cuando en las universidades del país libre y democrático, se estudien los albores de ese movimiento independiente de pensadores que abrió un boquete al techo en el barracón de los esclavos.
Encuentro que el mejor homenaje que puedo hacerle es publicar lo que escribió en un corto pedazo, ya que la obra completa de este periodista, escritor y poeta cubano, pertenece a las dos únicas personas que quedan de su familia; su hermana y su sobrina. Ambas deben recibir ÍNTEGRAMENTE el resultado de la venta de sus libros, porque así lo quiso Julio.
(fragmentos de su introducción a Prensa Gulag, la novela del periodismo libre como él lo llamara)
¨...Concilio Cubano y Habana Press, con sus hombres en La Habana y sus amigos allende los mares, fueron –y siguen siendo- los hechos que lanzaron, sin páginas webs ni blogs, ni red sociales, un hito informativo sobre la oposición interna a la tiranía cubana, dieron la versión real de la vida en Cuba en una dimensión informativa nunca conocida hasta entonces y se convirtieron, probablemente sin pretenderlo, en materia de estudio de los programas de Historia del Periodismo en Cuba en las futuras facultades de Ciencia de la Comunicación en todas las universidades del mañana, donde habrá de decirse que, en las peores circunstancias, un grupo, cada vez más numeroso de periodistas cubanos demócratas, cumplieron con su deber de informadores y dejaron un testimonio
ético para el ejercicio de esta misionera profesión en la Cuba Libre.
Hasta el surgimiento de nuestras agencias privadas y libres en Cuba había una Agencia de Información Internacional (Prensa Latina, PL), una Agencia de Información Nacional (AIN), una emisora de radio internacional, Radio Habana Cuba, tres periódicos nacionales, Granma, órgano oficial del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, Juventud Rebelde, órgano oficial de la Unión de Jóvenes Comunistas de Cuba y Trabajadores, órgano oficial de la Central de Trabajadores del Cuba, dos canales nacionales de televión, el Canal 6 y Tele Rebelde, cinco emisoras nacionales de radio, Radio Reloj, Radio Rebelde, Radio Progreso, 15 canales provinciales de televisión, 15 emisoras provinciales de radio, así como innumerables revistas de diferentes ministerios y organizaciones “no gubernamentales” gubernamentales, entre otros medios. Todos los periodistas estábamos obligados a asociarnos a la oficial Unión de Periodistas de Cuba (UPEC). Nosotros rompimos este monopolio de la información. Nosotros rompimos la censura a partir de Mayo de 1995.
En este período ya se habían fundado en el país las agencias Habana Press, Patria, Cuba Press, la Asociación de Periodistas Independientes de Cuba (APIC), el Buró de Prensa Independiente de Cuba (BPIC) y el Club de Periodistas de La Habana.
Bajo riesgo de incurrir en alguna omisión me atreveré a citar, por orden alfabético, los nombres de los periodistas independientes que ya en estos años ejercen una información libre en la Cuba esclava. No he utilizado como criterio de selección el afecto. De hecho aquí hay personas por las que no siento ningún afecto, también aparecen otras que no sienten ninguno por mi. He recurrido y contrastado muchos reportes, (también mi memoria, que no es mala), pero la mayoría de ellos son confusos como suele ocurrir con la información en circunstancias emblemáticamente anormales. Pido, pues, sinceras disculpas anticipadas a cualquiera que haya podido ser omitido, al tiempo que aseguro que cualquier omisión sería profundamente lamentable, en primer lugar para mi. Aquellos periodistas eran Bernardo Arévalo, Néstor Baguer*, Norma Brito, Francisco Manuel Cabrera, José Manuel Cancino, Miguel Fernández, Orlando Fondevila, Bernardo Fuentes, Carlos Fuentes, José García, María de los Ángeles González, Lázaro Lazo, Ana Luisa López, Luís López, Julio Martínez (Julio San Francisco), Mercedes Moreno, Olance Nogueras, Jorge Olivera, Manuel David Orrio*, Isaura María Ortega, Lorenzo Páez, Héctor Peraza, Luís Alberto Pérez, Tania Quintero, Roger Quiñónez, Yndamiro Restano, José Rivero, Raúl Rivero, Jorge Enrique Rives, Omar Rodríguez, Gustavo Rodríguez, Nicolás Rosario Rosabal, Vicky Ruiz, Juan Antonio Sánchez, Rafael Solano, Luís Soler, Reinaldo Soto, Joaquín Torres, Roxana Valdivia. Muchos de estos periodistas están cumpliendo aún una condena dictada por la tiranía cubana: “destierro por tiempo indefinido”, sin embargo lamentablemente, y aún cuando esa condena se mantiene, sus nombres no aparecen, en su condición de desterrados, en ningún informe actual de ninguna organización de periodistas en el mundo, ni de defensa de los Derechos Humanos como si dicha condena hubiera desaparecido de nuestras vidas. Insto a Amnistía Internacional, Reporteros Sin Fronteras, el Comité para la Protección de los Periodistas, la Sociedad Interamericana de Prensa a que eliminen esta lamentable omisión que podría pasar a la categoría de imperdonable y a que lo hagan no sólo para reparar a las víctimas de esta cruel sentencia, sino también para que ella continúe levantándose como un dedo acusador contra la tiranía que la dictó. En el área América Latina, en el capítulo Cuba, debe aparecer, al menos en todos los informes anuales, y mientras haya tiranía en mi país y existan periodistas desterrados, el acápite “Periodistas cubanos desterrados” y, de ser posible, la “Fecha de destierro”.
Lógicamente, el totalitarismo, que no hace excepciones en ningún frente, aunque desconcertado porque no existía precedente al respeto, tuvo que analizar la situación creada por un pequeño grupo de informadores y por primera vez en la Historia del periodismo y del comunismo, estudiar el mejor zarpazo y descargarlo desde lo más alto y con toda furia. El informe “Cuba: el exilio o la cárcel”, Misión a La Habana, Mayo de 1996, con el apoyo de la Comisión Europea”, del secretariado internacional de Reporteros Sin Fronteras (Reportes Sans Frontieres, su nombre en francés), refleja esta realidad textualmente así:
“El 13 de Enero, una avioneta de turismo perteneciente a la organización de Miami Hermanos Al Rescate lanzó octavillas en el cielo de La Habana. Estas octavillas llamaban al desobedecimiento civil. Esta organización anticastrista ayuda a los “balseros” (cubanos que dejan la isla en embarcaciones de fortuna) quienes se dirigen hacia las costas americanas. Los periodistas que consiguen algunas de estas octavillas y que difunden su contenido son interpelados. Así, el 14 de Enero de 1996 Rafael Solano y Julio Martínez (Julio San Francisco), periodistas de Habana Press, fueron interrogados en La Habana por agentes de la Policía Nacional. Tras haberles puesto las esposas, la policía los llevó a la comisaría del barrio San Miguel del Padrón. Fueron sometidos a largos interrogatorios antes de ser sueltos. El mismo día, la policía interpela, en su domicilio, a Raúl Rivero, poeta y director de Cuba Press, y a Juan Antonio Sánchez, periodista de la agencia, quien se encontraba en casa de Raúl Rivero. Llevados al puesto de policía, se les soltó después. El 15 de Enero, Rafael Solano y Julio Martínez, de la agencia Habana Press, tuvieron que comparecer una vez más al puesto de policía”.
Estaban desconcertados, histéricos. No sabían qué hacer con nosotros, sólo sabían que tenían que hacernos callar, pero cómo, ¿metiéndonos en la cárcel a todos? Cuando me detuvieron durante el juicio de Leonel Morejón Almagro quedé claro de lo que les ocurría. “Acabaremos con ustedes”, me dijeron. “Claro, les dije, si ustedes tienen la solución en las manos: métannos en la cárcel...
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(Stalin's Gulag Prison, que inspirò el nombre de esta novela de Julio)
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