¨se avanza a tientas/ vacilante
no importan la distancia ni el horario
ni que el futuro sea una vislumbre
o una pasión deshabitada¨
Mario Benedetti
Me preguntas por qué no quiero recordar mis tiempos de estudiante, y yo pensé que el pasado y el presente son lo mismo pero muchas cosas desaparecen de la memoria como desaparecen las hojas de los árboles en otoño, ¿cómo es posible que no me haya dado cuenta antes?. Entonces nos lo contábamos todo, lo queríamos todo y lo creíamos todo; dices que sí recuerdas cuando Víctor juró que me amaría como un cataclismo, como una religión; fue un amor de esos que se encuentran a siglos de la madurez; uno se va poniendo viejo y las cosas cambian de color, de forma, de contenido, como los troncos de madera en manos del carpintero; crecemos dentro de nosotras mismas como las muñequitas Matryoshkas rusas, una dentro de otra; cuando te dicen que eres adolescente todavía no entiendes qué es la adolescencia.
No sé por qué estás aquí, no sé qué quieres; toda la noche me quedé pensando en cómo voy a responderte, si tengo suerte hay lágrimas al final de los recuerdos largos…
No se me ocurrió qué decir, no dije nada. En realidad tengo algo tuyo, tienes algo mío, fuimos juntas a clases desde pequeñas, todas usamos la ropa de todas en las becas, pero no me refiero a la ropa, si tenemos algo en común es la existencia misma.
Yo puedo oler hasta el plátano maduro y los huevos revueltos que hacíamos en los salones del albergue con aquel reverbero de alcohol que por poco nos quema la cara; era mucha el hambre y entonces íbamos al pueblo de tienda en tienda, sin libreta de abastecimiento, claro, a cuentas de la lástima de los que vendían comida; pedíamos aquellos dulces que llamaban "mata ‘hambres", y pasteles de guayaba que les decíamos cartabones porque tenían forma triangular y los refrescos de color rojo, como los jarabes de Benadrilina, o como jugo de orquídeas; matábamos el hambre de alguna manera.
Sí tengo buenos recuerdos del pasado, sobre todo porque es un suspiro y se nos fue y ahora me lo devuelves. Es como sentirse de once pero tienes cinco y aunque te canten happy birthday y cumplas quince vuelves a tener cinco y cuando nos miramos de nuevo reconociéndonos una vez más, nos vemos esos mechones de cabello que se han puesto blancos, pero nos sentimos de veinte o de cinco o de quince.
Los pensamientos van y vienen, avanzan y retroceden: la primaria, el pre-universitario, las vacaciones. No quiero recordar de aquellos días los intentos frustrados, los desaciertos, los desengaños, ni las gotas de agua en las persianas de vidrio y en las pupilas, bajo muchas lluvias y truenos y años. No creo necesario pensar en eso, cualquier lección o experiencia ya la asimilamos y recapacitamos; pero lo bello sí, el vuelo blanco de las garzas sobre los naranjales, las bolas de cristal de brillantes colores para jugar al role o al "mechadito" con los chicos del barrio; después en la Universidad las descargas bajo nuestra tribuna, espacio privado, le llamábamos con cariño y burla ¨la mata de las mentiras¨, cada día reuniones de veinte o treinta, varones y hembras, allí todos, donde El Boa hablaba apasionadamente de los Beatles con aquellos pantalones desteñidos y el pelo largo y su teoría sobre los países sin gobierno y sin fronteras y los maestros que lo veían como si fuera un gusano verde de primavera, y entonces El Boa los miraba directamente a los ojos como hacen los indígenas en la selva con las fieras para penetrarles el espíritu. Nunca le dejaron terminar Arquitectura y él se vino a USA reclamado por sus padres, mucho primero que nosotras.
Nos íbamos los fines de semana para la playa y los mellizos de Sancti Spíritus se reían a carcajadas mientras escapábamos de los políticos o enterrábamos los radios VEF en la arena – "…porque nos los quitan si oyen a Los Beatles", y seguía desde el hueco roncando la música porque no nos daba tiempo a apagarlos, los policías buscaban el sonido como los marinos de los barcos de Ulises, quienes no sabían de dónde salían los cantos de sirenas, ¿o se tapaban los oídos los marinos para no sucumbir al embrujo de los cantos de sirena? Claro, porque es mejor no escuchar lo que no puedes escuchar, caballo amansado es caballo domado... pero nosotras, tú y yo, lo escuchábamos todo. ¡Qué cosas! ¿Te enteraste? Han hecho una estatua de John Lennon en el parque Central de La Habana, ¡cuánto cinismo! Ahora que el ex- Beatle está muerto y no puede hablar.
¡Claro! quiero recordar y me alegra ver a quien siempre fue mi amiga de tantos secretos allá donde no se podía confiar en nadie. ¿Te acuerdas de la W, en aquel otro radio, el Taíno, para oír a Erick Clapton y otros intérpretes norteamericanos excluidos por la política musical del gobierno?, ¡y la VOA ( Voice of the United States of América)!, porque nos gustaba hablar de política y era peligrosísimo y otros se sienten ajenos a las conversaciones, pero nosotras no. Cada uno esperaba encontrar la verdad en el fondo de los libros, cual tesoro en el fondo del mar.
¿Cómo no voy a recordar con cariño a mis amigos y con tristeza a los otros de la Secundaria?; no todos eran buenos, muchos se reían del pobre Tomy, el cara de bebé, el de los aparatos en las piernas para caminar; o de las orejas de Orestes; o de Jorgito ¨el gordo¨. El choteo, el bullying, la burla, que tanto he despreciado toda mi vida; eso sí, las horas de autoestudio para poder llegar a las notas altas, más altas que las nubes y que los discursos aburridos y amenazantes del director; ".. --pues si no somos de la juventud comunista estamos fritas, vamos a ser las mejores aunque no nos dejen estudiar lo que queremos, no se puede competir con los hijos de los comunistas, de los "mayimbes", la nueva clase privilegiada, ni con los militantes que se someten a todo para llegar lejos, no importa bajo cuáles condiciones, los maestros cambian notas y calificaciones a su antojo".
Cuando estábamos en noveno grado y nos dijeron que había que becarse en el campo, fuimos a parar al borde del muelle en Casilda y allí formamos una gran algarabía, todos queríamos irnos, escapar y empezar a estudiar de nuevo en otro país "--¡ay! si nos oyen..."-- le dije-- huye Baby, dile al Oso que por allí vienen los de la guardia, ¡no nos vamos a tirar al agua!, a esta hora está demasiado fría, mejor nos vamos. Algún día lo lograremos pero será cuando seamos viejos ya ¿o conseguiremos escapar de este país antes de que seamos abuelos? Ja ja ja amiga, te quiero mucho, esto no podemos hablarlo allá en las aulas ni en el parque..."
Pues claro que quiero ir "...À la recherche du temps perdu " (en busca del tiempo perdido) como Marcel Proust, y entonces quizás pueda poner en palabras estos recuerdos, más no creo encajen en aliteraciones, metonimias ni eufemismos. La experiencia nuestra no encaja en ninguna parte, pero el corazón es también un músculo que se recupera aunque le queden cicatrices…
La vida es complicada ¿sabes?; es difícil, muy difícil. Explícame por ejemplo si son buenos recuerdos aquellos días del " pre" en el campo donde el dolor de los huesos nos mataba después de un siglo dentro del agua en las plantaciones con regadío, con aquellos tubos al hombro, el trabajo duro de hombres con la guataca y el machete, nosotras que siempre teníamos dolores de ovarios o que compartíamos el spray del asma porque era el único; aquella ropa de ir al campo era un asco, llena de fango y chorreando agua, y las botas de goma apestaban. Mis manos callosas y ásperas como la piel de las iguanas ¿cómo es que las manos envejecen primero?
Mira, si me pongo a recordar vuelvo allá y me levanto en medio del albergue y escucho y huelo y palpo el momento, lo trago como veneno con azúcar, como hizo Marlene, aquella pobre profesora de Historia que intentó suicidarse con "agua-zuca" y cloro, nunca nos enteramos de sus razones y por un milagro no murió pero le quedaron horribles secuelas en el estómago.
Hasta me pongo de nuevo el uniforme y me observo en el pequeño espejito roto que me prestabas... Ya estoy allí, y es hoy, ayer o todo junto; cierra los ojos y súbete al velero azul de tres pisos con sus ventanas rotas llenas de sábanas, medias y faldas colgantes... ¿No te parece que son las cinco de la mañana y Los Compadres cantan su amanecer cubano? "… a levantarse cubano que ha llegado un nuevo día…" ¡con aquel frio y todo el cansancio del día anterior!... si me pongo esta ropa me voy a enfermar; menos mal que hoy es el último día de trabajo en el campo, tanto esfuerzo estudiando y tantas jornadas extras en estos naranjales para nada; porque ya es fin de curso y sé que no alcancé la carrera que me gustaba, sino aquella que odio; he pasado la noche sin cerrar los ojos.
Y todavía preguntas por qué no quiero recordar mis años de estudiante, si pensando cómo responderte he regresado, estoy en el naranjal, en el muelle, en la arena, en los pases de fines de semana, bajo un cielo viejo y poderoso. Entonces algo me duele como un grito, como si aquella, la otra que yo no sería más, hubiera salido de mí de un golpe décadas después.
Me miras, me cuentas que llevas tres años viviendo en New York pero quieres mudarte a la Florida y los veo a todos de nuevo, sólo que ahora están llenos de canas y no viven en mi país. Encuentro a tantos de mis excompañeros de clases en las redes sociales y están lejos, muy lejos, en América o en Europa o en África, pero están empezando de nuevo, siguen en el ruedo con un montón de banderillas sangrantes en el morrillo, como toros que no se rinden, qué problema cuando todos nuestros contemporáneos del mundo real ya están por retirarse o trabajando los últimos años de sus vidas y si son o no son, es porque se esforzaron o no, pero la culpa es propia y no ajena, de los gobernantes o de los comisarios, como en nuestro caso.
Somos viejos, ya no somos aquellos jóvenes, nos estafaron, luchamos, estudiamos y ahora recomenzamos, o no recomenzamos sino que nos resignamos, otros se transforman; y los que se quedaron se han dedicado a "merolicos" o a taxistas de turismo o ascensoristas en hoteles para extranjeros, están en sus mismas viejas casas con sus mismos viejos trastes, o muy tristes o muertos. Me dijo Arístides, ¿te acuerdas de Arístides Calvo, al que llamábamos el ¨bello-precioso¨, pero que tenía un dedo con la punta jorobada en su mano derecha por aquella costumbre de empujar la ficha del dominó diz que desde que era niño?; según él todos los guajiros eran iguales en El Mafo y antes de aprender a caminar, ya sabían jugar dominó y ordeñar vacas. Tenía cada ocurrencias ese muchacho (ahora es un viejo como nosotras).
Te decía que Arístides me contó por Facebook que fue a Cuba hace unos meses y sintió pena por Jorge, su hermano, el que estudió Filología. Tuvo que dejarle toda su ropa y ayudarle a arreglar el techo de la casa, la misma casa donde Arístides jugaba al dominó con su abuelo, su papá y su tío. Tuvo que comprar de todo para su familia, hasta papel sanitario, aunque pasó mucho trabajo para encontrar papel sanitario en las shoppings; yo no me explico cómo es que ni eso aparece. Desde que se bajó del avión en La Habana lo primero que le dijo su hermano es que había que conseguir papel sanitario porque el papel periódico les estaba dando "oxiuro" (¿te imaginas la picazón que tendrían los pobres?) y no sé cuántos parásitos más les habrían caído a todos en la casa, y el agua estaba escasa y sucia, así que Arístides fue visitando las shoppings en toda la isla hasta que llegó a Jatibonico, ¡y por fin pudo conseguirlo en Jatibonico!.
Jorge ya no ejerce la profesión porque con lo que gana no le alcanza ni para el pan nuestro de cada día, así que sacó la ciudadanía española, porque el abuelo era de Asturias, y está preparando papeles para irse a España mientras vende ¨gangarrias¨ de merolico. Te lo dije, eso es lo que hacen los pobres.
Tenemos tanto que contarnos. ¿Que si he sabido de Xiomara Sánchez? Pues sí, en nuestro pueblito todo se sabe. Me escribió mi prima por correo electrónico y me sorprendí porque ella no tenía manera de acceder a internet, pero entonces me doy cuenta que escribe desde Ecuador, ¡se fue a Ecuador, si!, No, lo de escaparse en balsas se ha vuelto imposible, si no se mueren en el trayecto los regresan desde las playas si no tocan tierra. Te decía que le hicieron una invitación falsa por $5000.00, no sé cómo se las arreglan ni por medio de quien, pero esa es la última variante de los cubanos para largarse del país, y cuando llegó al aeropuerto nadie la estaba esperando, entonces tuvo que sobornar a un agente de Inmigración para que la dejara quedarse. La pobre, mucho trabajo que va a pasar allí mientras arregla papeles, consigue la residencia si tiene suerte y se encuentra un empleo "por la derecha". Y su marido el médico está en Venezuela, pero de allí si es mucho más difícil salir porque es una segunda Cuba con espías por todas partes, ya tú sabes. Triste, hermana, muy triste. Tanto que amamos a Cuba, ¿verdad?, y todos se van. Cuba fue siempre un país de inmigrantes, todos querían vivir en Cuba. Por eso allá habían tantos haitianos, gallegos, jamaicanos… pero ahora es todo lo contrario.
Recordar mis tiempos de estudiante … me duele no haber sido parte del mundo real cuando mi naturaleza me exigía a gritos llegar al infinito, cuando todos queríamos la música que nos diera la gana, los caminos que nos dieran la gana, la vida que nos diera la gana, la que perdimos, la que no pudimos lograr después de tanto estudio y largas noches de desvelo.
Esa vida ya es historia. Cuando digo el año en que terminé mis estudios mis hijos lo miran como el pasado, un pasado bien viejo, un tiempo de fotos en blanco y negro, desteñidas, de pelo largo y moños con tirabuzones, minifaldas y tacones plataformas, pantalones campana y ruedas de Casino, mucho Casino, aquel baile tan alegre con música de los Fórmula V ; ya Los Beatles y los Mustang y Dyango y Roberto Carlos son viejos o se han muerto, ya no hay tiempo, no hay recuerdos, no me preguntes amiga y hazte a la idea de que no he recordado nada.
Yo también llegué a este muelle después de un largo sacrificio, a destiempo claro, y no recuerdo todo. Son mis hijos los que estudian aquí en este país que no es nuestro país, cómo quieres que recuerde si ha pasado tanto y tanto tiempo y tantas y tantas nubes. Te invito a esta taza de café, eres bienvenida aquí en mi casa y haré todo lo posible por ayudarte a recomenzar ahora que tú también has llegado a este lugar. La vida pasó como un susto y ya no somos estudiantes...