COLABORACIÓN DE MAY DE LA VEGA
HABLA LA CONCIENCIA
CON TEATRO TAPA FRACASO
LUIS GARRIDO
Por no tener que ofrecer, hoy busca a Dios por los rincones; se aferra a las necesidades de los pobres para que le sirvan de voceros de un sentimiento que aunque no es verdadero dramatiza lo que quiere transmitir. Engaña la ilusión ingenua, y con lágrimas frente a la efigie de Cristo simula su desfachatez. No hay duda que este personaje -quien aparenta ser el Ángel de la Guarda- pudiera ganarse el Nobel como actor, por lo bien que proyecta su propia imagen en televisión haciendo el papel del hombre misericordioso, cuando a la luz de la verdad lo que intenta es tapar su fracaso.
Hay sorpresa sobre el cambio en la conducta y apariencia que ha venido ofreciendo el candidato derrotado, dando la sensación de una recuperación sin precedente; se ha llegado a dudar de la verdad de su enfermedad y, explotando la candidez de los incautos, les hacen creer en el milagro divino. Ni lo uno ni lo otro, los informes por más que trataron de ocultarlos coinciden con las limitaciones que transmite en su proceder diario; hace escasamente lo que su organismo le permite: unas horas en la carroza y hasta dos días arriba de la cama. En cuanto a la hinchazón, mejor es pasar agachados: se comenta que el remedio es peor que la enfermedad.
En eso de la verdad o la mentira somos indiferentes; ese es su mayor tormento y nadie más que él estará sufriendo lo que pudiera entenderse como deuda pendiente. Quien simula ser generoso y redentor debería mostrar un comportamiento que corresponda con lo que se pregona; pero no hay duda de que este actor de los mil rostros, por más besos que reparta entre las viejitas y haga las de San Nicolás en la distribución de cuanto cachivache chino está ofreciendo para después del 7 de octubre, lo que le sale es un confesionario para descargarse de los pecados que arrastra; porque en esta tierra, donde se paga lo malo que se hace, él ha cometido las más viles injusticias.
El chavismo pregonado en estos catorce años no es más que un aborto del comunismo. Ningún presidente venezolano se había dedicado con tanta saña a expropiar y a combatir la propiedad privada, frenando las vías del desarrollo con efectos lesivos en la banca privada, la construcción de viviendas y la fuente de empleo en proporciones tan alarmantes, que vino a acentuar una mayor pobreza en los hogares humildes, convirtiendo la buhonería en la base principal del sostén diario de miles de familias.
Hugo Chávez será recordado como el mandatario de menos sensibilidad ante el sufrimiento de los más necesitados; los miles de refugiados que aún permanecen hacinados en las más severas condiciones inhumanas constituyen un fiel testimonio a su ineficiencia gubernamental. Entre los ejemplos que abundan de quien pretende gobernar indefinidamente está la prisión de los comisarios, a conciencia de esa verdad que no es solo del presidente sino también de la vergüenza más bochornosa de una justicia, sometida a los mandatos de tan monstruosa voluntad.
Equivocado está al pretender aferrarse al poder con promesas sobre lo que no hizo en catorce años, cuando sus días están contados. El pueblo no aguanta más, no quiere saber de atropellos ni negociados indeseables que continúen lesionando la soberanía de la nación. Aunque lo niegue, sí está enfermo; pero eso no les preocupa a los venezolanos. Váyase con su arrogancia altanera a meditar sobre lo que bien conoce como su final. Respóndase usted mismo del por qué le hizo tanto daño a esta patria, que le dio lo que nunca mereció.
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